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¿Cómo evitar la oxidación y corrosión en un cerco de acero?

En el sector agropecuario es muy importante proteger tu ganado, tierras y cultivo para trabajar en condiciones óptimas.

Los cercos son una medida eficaz de seguridad porque permiten marcar los límites de tu propiedad y evitar tanto la entrada de extraños como la salida del ganado. También en las viviendas particulares o en fincas industriales los cercos ayudan a proteger lo que más nos importa.

Para garantizar al máximo tu seguridad es importante mantener tu cerco en buen estado y libre del deterioro que pueden ocasionar la corrosión y la oxidación. Ambos son dos procesos naturales que experimentan los metales férricos, pero con un buen mantenimiento y aplicando técnicas de prevención podrás mantener tu cerco de acero libre de la oxidación y la corrosión.

Por qué utilizar cercos de acero

Frente a otros materiales tradicionales utilizados en la elaboración de barreras, como los muros de piedra o vallas de madera, los cercos de acero ofrecen grandes ventajas. El acero es un metal muy económico y fácil de instalar por lo que te permite ahorrar en costes y tiempo de obra.

Su capacidad para soldarse y su ductilidad permiten moldearlo para adaptarlo a diferentes terrenos. Los cercos de acero pueden tomar diversas formas para que puedas personalizarlo según tus gustos y necesidades.

Por encima de todo, el acero es el material más idóneo para proteger tu finca por su gran durabilidad y resistencia.

Tiene un ciclo de vida muy largo y sus productos pueden durar hasta más de 70 años. Los cercos se realizan en el exterior por lo que están constantemente expuestos a los cambios del clima o los impactos que pueden dañar su estructura.

El acero puede soportar cargas muy pesadas. Debido a sus propiedades mecánicas puede absorber la energía de un impacto minimizando el golpe y resistir ante la rotura evitando que aparezcan grietas en su superficie.

Por este motivo es una solución muy buena para resguardar el ganado y que animales grandes como las vacas no puedan tirarlo abajo para salir. Así mismo tampoco será fácil que un intruso consiga derribarlo.

A pesar de su gran resistencia el acero no está libre de sufrir el deterioro natural del metal que conocemos como los procesos de oxidación y corrosión.

Qué son la oxidación y la corrosión del acero

Como todos los materiales naturales el acero tiene un ciclo de vida, es decir, con el tiempo el deterioro modifica su composición química alterando sus propiedades. Como se trata de un material compuesto de hierro tiende a sufrir una reacción habitual de este mineral al estar en contacto con el aire: la oxidación.

Al cabo de un tiempo los productos de acero empiezan a mostrar unas manchas de color rojizo o café a las que denominamos óxido. Su origen es producto de una reacción química que los átomos de hierro experimentan al entrar en contacto con el oxígeno por tanto tiende a aparecer en las superficies más expuestas.

La oxidación no presenta un problema estructural para el acero y puede eliminarse con tratamientos simples, sin embargo, si no se limpia a la larga puede generar problemas mayores iniciándose el proceso de corrosión.

La corrosión consiste en el deterioro del cuerpo metálico ocasionado por una reacción química (como la oxidación prolongada en el tiempo), electroquímica o por la aparición de grietas provocadas por el impacto o la acción de materiales corrosivos que entran en contacto con el acero. Cuando se inicia el proceso de corrosión el metal se debilita y pierde parte de su resistencia favoreciendo la aparición de grietas.

En el caso del acero hay agentes como el agua y la humedad o la entrada en contacto con metales como el cobre que aceleran los procesos de oxidación y corrosión. Para poder luchar contra estos fenómenos es importante conocer qué agentes pueden provocarlos y tratar de mantener tu cerca de acero libres de ellos.

Soluciones para evitar la oxidación y corrosión en tus cercos de acero

Mantener los ceros libres de peligros para el acero como la humedad es muy complicado porque son productos instalados en el exterior. Sin embargo, existen diversas técnicas que permiten aislar y proteger tu cerca de la oxidación y la corrosión.

Pintura

Una solución sencilla y barata es aplicar una capa de pintura sobre el acero. Esta impedirá que el oxígeno entre en contacto directo con el acero previniendo la aparición de la oxidación y lo protege también de otros agentes como el agua.

Si además escoges un tipo de pintura hidrófuga, que contribuye a evitar las filtraciones de agua, tu acero estará más protegido del agua y la humedad.

Galvanizado

Sin duda una de las soluciones más efectivas para alargar la vida de tu cerco es construirlo con acero galvanizado. Galvanizar significa sumergir las piezas de acero en un fundido de zinc que generará una capa protectora. El galvanizado puede multiplicar la resistencia del material ante la oxidación y la corrosión.

Acero corten

Una propuesta es emplear un tipo de acero específico y que está en auge: el acero corten. Este material ha sido alterado químicamente para que su óxido natural se convierta en un aliado contra la corrosión.

Se trata de un acero de color rojizo provocado por el óxido que genera una capa protectora muy resistente ante otros agentes corrosivos. Este material no requiere apenas de mantenimiento y ofrece a tu cerco un estilo original. ¡Atrévete a experimentar!

En Tubos París disponemos de una amplia gama de productos de acero de distintas calidades. Ponte en contacto con alguno de nuestros expertos y te asesoraremos para que encuentres el acero ideal con el que levantar tu cerco.

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